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Garrapata marrón del perro (Rhipicephalus sanguineus)

Por tratarse de un ácaro hematófago debe tenerse sumo cuidado dada la potencialidad de transmitir enfermedades. El control eficiente de esta plaga se basa en el conocimiento de su biología y en el tratamiento simultáneo de mascotas y ambiente.

Estos artrópodos, pertenecientes a la clase Arácnida, no poseen el cuerpo dividido en cabeza, tórax y abdomen.

En general son parásitos externos de animales. Rhipicephalus sanguineus (garrapata marrón del perro) ataca específicamente perros domésticos, mientras que en raras ocasiones puede pasar del perro al hombre, caballos e inclusive vacas.

Pertenecen a la familia Ixodidae, vulgarmente conocidas como garrapatas duras. Sus piezas bucales son los quelíceros, adaptados para punzar, y pedipalpos sensoriales.

Machos y hembras poseen un marcado dimorfismo sexual ya que las hembras se alimentan a repleción y adoptan una forma globosa. Su ciclo de vida comprende estadios de huevo, larva (3 pares de patas), ninfa (4 pares de patas), adulto (4 pares de patas).

El ciclo de vida normalmente desarrolla en 65 días, mientras que en condiciones climáticas desfavorables puede extenderse a 900 días.

Esta es una garrapata de tres huéspedes. Esto significa que entre estadios, se desprende del huésped original, cae al suelo y posteriormente parasita un nuevo huésped (cuando se trata de mascotas el huésped suele ser siempre el mismo). Lo importante es saber que esta especie pasa tanto tiempo sobre el animal como en el ambiente.

La hembra adulta, una vez fecundada y repleta de sangre, se deja caer al suelo y busca un sitio oscuro y seco para poner sus huevos y morir.  Cada hembra coloca cerca de 4.000 huevos y el período de incubación suele ser de 7 días. El período de alimentación es de 3 días para las larvas, 4 días para ninfas y 6 días la hembra adulta. Por tratarse de individuos hematófagos, realizan daño directo por la picadura e indirecto por la potencial transmisión de enfermedades (virus, bacterias, protozoarios, rickettsias, etc.).

La infestación surge del contacto entre animales sanos y parasitados, o bien, por la presencia de garrapatas en el ambiente. Dentro de los estímulos para reconocer al huésped se incluyen dióxido de carbono, olor, vibraciones, interrupción de luz, corrientes de aire, calor y humedad.

Suelen estar presentes desde la primavera hasta el otoño, reduciendo su número en invierno. 

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