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Moteado de los Frutales

El Moteado o Roña es un hongo que puede afectar a los tejidos florales, frutos, hojas y con mejor frecuencia también a ramos jóvenes y escamas de las yemas. 

El Moteado o Roña de los Frutales de Pepita es una de las enfermedades criptogámicas que mayor daño económico causa en los huertos de manzano y peral en todo el mundo.

En los frutales de hueso el moteado es importante en melocotoneros y nectarinos, dándose ocasionalmente en ciruelos y albaricoqueros. En cerezos  la enfermedad no suele ser importante. Las pérdidas económicas son consecuencias directa de la infección de los frutos y de sus pedúnculos e indirecta de repetidas defoliaciones. La enfermedad tiene la máxima incidencia en las regiones con primaveras y veranos húmedos y frescos, donde puede provocar pérdidas del 70% o más de la cosecha. En zonas de cultivo semiáridas, como grandes zonas del área mediterránea, de Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, la enfermedad tiene menor incidencia aunque las pérdidas, en caso de no proteger el cultivo también pueden ser sustanciosas.

Síntomas

El moteado puede afectar a los tejidos florales, frutos, hojas y con mejor frecuencia también a ramos jóvenes y escamas de las yemas.

Las primeras lesiones aparecen en el envés de las hojas jóvenes. En el manzano también son infectados los haces. No obstante, en peral y manzano las hojas muestran una marcada resistencia ontogenética, de forma que su susceptibilidad disminuye a medida que  avanzan en su desarrollo hasta llegar a ser totalmente inmunes a las nuevas infecciones del hongo. La enfermedad empieza a manifestarse en forma de ligeras manchas cloróticas circulares que con el tiempo van cubriéndose de conidias de color marrón que le dan a las lesiones un característico color pardo-oliva de textura pulverulenta. Las manchas, siempre de carácter superficial, aparecen aisladas y dispersas por toda la superficie foliar. Cuando la presión de infección es elevada las lesiones calecen cubriendo gran parte de la hoja. Las infecciones que ocurren durante la elongación foliar frecuentemente causan deformaciones convexas en la superficie dándole un aspecto con abolladuras protuberantes a las hojas infectadas. A medida que progresa la enfermedad se va necrosando las lesiones y la hoja termina por caer. En huertos con alta presión de infección se pueden producir varias defoliaciones seguidas. Esto ocasiona el debilitamiento progresivo de los árboles y una disminución de la tasa de diferenciación de yemas florales. Sin embargo, con niveles de infección normales la importancia de las infecciones foliares radica en que son fuente de inóculo de frutos.

 

Los síntomas en los tejidos florales se similan a la de las hojas siendo las lesiones algo más oscuras. A medida que se expanden las lesiones la epidermis se suberiza progresivamente en la parte central de las mismas, agrietándose frecuentemente. Las zonas más afectadas son las partes externas del cáliz y de la corola.

Al contrario que las hojas, los frutos son susceptibles durante todo su desarrollo. Cuando la infección afecta a su fruto joven en crecimiento, la parte afectada cesa en su desarrollo ocasionándose deformaciones fuertes del fruto, haciéndolo incomerciable. En los frutos maduros las manchas marrones o negras asociadas con la enfermedad disminuye grandemente su valor comercial. Cuando varias lesiones coalescen, los frutos se agrietan al seguir creciendo y se hacen más susceptibles a infecciones por otros patógenos. En los frutos ya desarrollados, las manchas marrones o negras asociadas con la enfermedad disminuyen grandemente su valor comercial. Los frutos afectados no son almacenables. Las infecciones tardías, que quedan latentes hasta después de la cosecha, pueden causar grandes daños en el material almacenado.

Las lesiones que aparecen cuando son infectados los brotes jóvenes y/o yemas son, en un inicio, parecidas a las que aparecen sobre los frutos. Posteriormente toman forma de abolladuras en la superficie que se tornan de un color oliva cuando se rompe la cutícula. Los restos de ésta pueden quedar formando un collarín blanco alrededor de la lesión. Estas lesiones pueden convertirse en chancros cuando los brotes se lignifican y permanecen en el árbol durante algunos años. Sin embargo, las lesiones no causan daños importantes a las ramas jóvenes, excepto cuando se van a usar como estaquillas en viveros.

 

 

Bibliografía: Enfermedades de los Frutales de Pepita y de Hueso, Monografía de la Sociedad Española de Fitopatología n°3

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